Me advirtieron de tu canto,
tus engañosas faenas,
la dócil red de tu pelo
sobre las sedas morenas.
Bajo el impetuoso manto
de la voz entre tus venas,
mi fragata halla consuelo
de la vida de cadenas.
Viviendo entre nado o llanto,
curas, de vivir, el duelo
de quien no esperaba tanto.
La mejor de las sirenas,
libérame de este anzuelo:
yo, cazador de ballenas.
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