viernes, 4 de enero de 2013

Soy plato de una sentada.

Soy comida.
Deben comerme justo después de haberme preparado, porque frío y recalentado no tengo el mismo sabor.
Con el tiempo, caduco. Poco a poco me voy descomponiendo. Lo que soy se va perdiendo hasta que soy irreconocible. Siempre cambio y todos mis cambios tienden al desorden, a la inmundicia, la desolación.
Ningún método de conservación funciona conmigo.
Debo ser consumido en una sola exhibición. Me acabo, es decir, me agoto.


Soy plato de una sentada.

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