Noche. Destellos de lúcidas sombras me lavan el cerebro. Al fin el espejo se ha vuelto contra mí. Me temporiza a voluntad. Grita, pero siempre calla. Calla. Calla.
Punto que perdura. Se renueva, cambia, retoma, pero a final de cuentas cambia. Seudomadurez pueril es ahora necesidad, formal, sabia. La luz conserva su esencia, mas muta a sombra.
Relojes exactos y vítreos cristales cruzan el espejo. Regresan opacos, sonoros. Reales.
Con agudas esquinas se acercan. Los inhalo. Lo que carecen han provocado. Crean normalidad, monotonía. Ser como otros: típicos, comunes. Y aún así son bienvenidos.
Sentir es esto. Noche, voluntad, cambio, mutación, cristal, ser. Y ser, y ser...
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