No sé. No sé. No sé.
Volteo a ver y encuentro tanta razón. Y me reclamo por qué no la tenía yo. De nuevo.
No sé por qué me aferro siempre. Odio el cambio. O al menos eso creo.
Mi contínua tendencia hedonista frustrada. Completamente frustrada, fallida, inútil.
Volteo a verme y no me encuentro explicación. De tantas repeticiones, las preguntas me repugnan ya.
¡Cuánta sabiduría tiene! Cada comentario, cada acción, cada no-acción encriptado tiene un infinito de validez y yo, un paralelo siempre, un paralelo yo.
Me lleno de arrepentimientos, de asombro, de admiración por otros. Quiera el Sol que algún día cambie.
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